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Viernes , 19 abril 2024

Historia

En la Universidad de Nariño, la preocupación por el estudio de la filosofía y las letras podría hacer remontar sus orígenes a los días de su fundación, en 1904; con el Decreto 49, del 7 de noviembre de ese año, se dio vida institucional a esta Universidad, con la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, la Facultad de Matemáticas e Ingeniería, y unas clases de Comercio; en 1905, por noviembre, comenzaron las clases en tres Facultades: la de Derecho, la de Filosofía y Letras, y la de Comercio . Para 1925, se dice que se suprimió la Facultad de Filosofía y Letras , que luego se reabrió en 1928 , en un periplo inicial interesado en acercarse al conocimiento de lo filosófico y lo literario. Entre el profesorado de esta primera época, se destacan los nombres de Benjamín Belalcázar y Leopoldo López Álvarez, entre otros.

Después, se puede decir que una historia más reciente en los estudios filosóficos y literarios se vincula a la creación de la Facultad de Ciencias de la Educación, por medio del Acuerdo 6 de junio 19 de 1962, del Consejo Superior Universitario que, entre otras cosas, dispuso que, de conformidad con normas establecidas, los dos primeros años de estudios en esta Facultad abarcasen un ciclo general de formación básica .

Por el Acuerdo 31 de noviembre 27 de 1964, se estableció el Programa de Licenciatura en Filosofía y Letras (junto a los de Matemáticas y física, y Biología y química), e igualmente se crearon el Departamento de Filosofía, el de Humanidades y se introdujeron los conceptos de “crédito” y de prerrequisito .

Respecto a los requisitos para optar el título de Licenciado en Filosofía y Letras, este Acuerdo 31 estableció que el estudiante debía haber obtenido 230 unidades valorativas (créditos); tres años después, el Acuerdo 112, de mayo 12, estipuló que los créditos eran 171, indicio de que el Plan de Estudios anterior era recargado, acaso de afán enciclopedista, respecto al número de asignaturas que el estudiante de esta Licenciatura debía atender; también interesa destacar que, con el Acuerdo 201 del 19 de julio de 1967, se ubicó a las asignaturas del Plan de Estudios en tres espacios: cultura general, asignaturas profesionales y asignaturas de la especialidad, donde los dos primeros constituyen un 50% del total del Plan, y el espacio de asignaturas de la especialidad asume el 25% para cada uno de los dos campos, la filosofía y las letras .

En 1971, la Universidad de Nariño afrontó una crisis que condujo a la cancelación del primer semestre de ese año, hasta el mes de julio, lapso aprovechado para introducir reformas al Plan de Estudios, que llevaron a constituir una propuesta, donde se comenzó a ampliar levemente el espacio de las asignaturas de la especialidad, con reducción de las correspondientes a cultura general y a las profesionales.

Se reiniciaron las actividades, en esta década de los años 1970, de fuertes luchas sociales e intelectuales, a las que la Universidad se vinculó cercanamente con la sociedad del entorno; fue una época muy conflictiva, en la que los estudiantes y profesores del Programa de Filosofía y Letras participaron activamente en las discusiones académicas de la Facultad de Ciencias de la Educación y la Universidad, que contribuyeron a crear un ambiente de debate, de efervescencia intelectual que se tradujo en un Seminario de Autoevaluación de la Facultad de Ciencias de la Educación, en 1974, en la Decanatura del doctor Alberto Quijano Guerrero, donde se plantearon los problemas que afectaban a las diversas especialidades adscritas a ella.

En lo que respecta al Programa de Lic., en Filosofía y Letras, este Seminario llevó a establecer una formulación de objetivos generales para la especialidad que, se decía, debía “ubicarse en el proceso de controversia y debate ideológico que nutre a la sociedad colombiana” ; luego se señalaba que era “necesario entrar a repensar la concepción educativa y docente que hoy rige en la Universidad y que fundamentalmente encuentra su núcleo constituyente en las materias psicopedagógicas” , y ya en la formulación de los objetivos, uno de ellos estableció: “Impulsar la actividad investigativa como instrumento esencial en la labor docente y pedagógica” ; asimismo, en el sector administrativo, se sugirió la creación de un consejo consultivo o asesor (que luego se denominará comité curricular), al que se le señalaban algunas funciones.

Tras una nueva crisis de la Universidad, en el año 1977, con un cierre de marzo a noviembre, en la rectoría de Ignacio Coral Martínez, el programa de Filosofía y Letras vio la unificación de los Departamentos de Filosofía y de Humanidades, que recogía y solucionaba la dificultad, diagnosticada en el Seminario de Autoevaluación de la Facultad de Educación, consistente en la imposibilidad para ubicar y establecer mecanismos de relación e integración entre ellos .

Durante esta década crítica, el Programa de Lic., en Filosofía y Letras, con un profesorado destacado en las distintas áreas, vivió la introducción del ideario de orientación marxista, las ideas de Mao Tse-Tung, las ideas del leninismo, impulsados por los movimientos sociales del momento; también se introdujeron los resultados de los estudios etnoantropológicos y el estructuralismo francés de Claude Lévi-Strauss; las ideas del conductismo skinneriano de los sicopedagogos y su proyección hacia la tecnología educativa; igualmente, se promovió la creación del Taller de Escritores Awasca y de su revista; y la realización del Primer Foro Nacional de Filosofía, inicio de este tipo de eventos, encaminados a constituir una comunidad académica y un canal de intercambio entre los profesionales del área.

A comienzos de la década de los 1980, se realizó un Seminario de autoevaluación de la especialidad que intentó elaborar un diagnóstico sobre aspectos como la práctica docente, el área de literatura, el trabajo del Taller de Escritores Awasca, el área de metodología e investigación, el área de filosofía y el área de servicios a otras unidades académicas; uno de sus resultados fue la reforma del Plan de Estudios (vigente desde 1971), a comienzos de 1983, que estuvo vigente hasta cerca del año 2000, aunque se sometió a reformas y ajustes en la década de los 1990s. Esta propuesta recogió aspectos como la elaboración de un Perfil Profesional, un estudio analítico de las áreas de filosofía, literatura, investigación y pedagógica-educativa, y la propuesta de líneas de investigación, en el marco de una interregionalidad e interdisciplinariedad de los diversos saberes constituyentes del Plan de Estudios.

En esta etapa, existió en el Programa de Licenciatura en Filosofía y Letras, una preocupación y proyección hacia el trabajo en el campo del pensamiento latinoamericano, promovido y apoyado desde el Departamento de Humanidades y Filosofía; también el estudio de autores, como Gaston Bachelard, Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze y Félix Guattari, los estudios de la semiótica y la sociocrítica, el manejo de metodologías de análisis regional; asimismo, la acción desde el Departamento de Humanidades y Filosofía incidió de modo decisivo en la creación de la Escuela de Postgrados (en la actualidad, transformada en la Vicerrectoría de Investigaciones, Postgrados y Relaciones Internacionales – VIPRI), la reglamentación del Año Sabático, la puesta en marcha del programa de Magíster en literatura (enfatizado hacia la Literatura Latinoamericana), que fue ofrecido por un profesorado selecto de distintas universidades del país; el establecimiento de relaciones interinstitucionales con el Instituto Andino de Artes Populares (IADAP), y su proyección a los estudios sobre cultura popular y el trabajo con los artesanos; la creación del Centro de Estudios e Investigaciones Latinoamericanos (CEILAT); la organización y realización del VII Foro Nacional de Filosofía en 1984; la creación (hacia 1985), y posterior puesta en marcha, del programa de Magíster en Etnoliteratura, que llevó al trabajo interinstitucional con el Banco de la República y el IADAP, para mencionar solo dos, lo que permitió la programación y desarrollo de varios congresos nacionales e internacionales de investigadores, cuyas memorias se publicaron en distintos números de la Revista Mopa-Mopa; también, desde el Departamento de Humanidades y Filosofía y el programa de Licenciatura en Filosofía y Letras, se participó activa y decisivamente en la creación de la Facultad de Ciencias Humanas, en la publicación de las Revistas Meridiano y Nómade, esta última originada en los trabajos del Centro de Estudios Filosóficos; en la propuesta de un plan y estrategias para incluir a la Formación Humanística como componente curricular general en todos los programas de pregrado de la Universidad de Nariño, y en el diseño del Plan Marco de Desarrollo Institucional Universitario, su proyecto educativo y proceso de acreditación respectivos.

En la década de los 90 y del comienzo del nuevo siglo, la actividad del Departamento de Humanidades y Filosofía y del programa de Licenciatura en Filosofía y Letras se ha desarrollado en el marco de lo que se ha denominado la Reforma Académica y, en ello, en atención a una nueva normatividad nacional, se obtuvo la Acreditación Previa del Programa, equivalente al Registro Calificado. Hoy, se adelantan las acciones pertinentes con miras a la búsqueda y obtención de la certificación de alta calidad académica.

En la actualidad, el Programa de Licenciatura en Filosofía y Letras se propone adelantar el trabajo filosófico, literario, humanístico y educativo-pedagógico, desde una actitud inter- y transdisciplinaria, abordando temas fundamentales: políticos, éticos, filosóficos, literarios y socioculturales y humanísticos relacionados con la práctica pedagógico-educativa, que buscan una formación integral para el desempeño profesional y el beneficio común, local, regional y universal .